sábado, 1 de mayo de 2010

A LA LUZ DE LAS DANZAS CIRCULARES

La danza es una expresión del alma, tan antigua como nuestra propia existencia. Sólo podemos comprenderla cuando la dejamos pasar por el cuerpo y el corazón, siendo un@ con ella. Danzar en círculo produce magia!!! Y lo maravilloso es que logramos una comunión que trasciende palabras, idiomas e individualidades, comprendiendo que somos parte de un todo mayor, hermanda@s con la gran Familia Humana, más allá del tiempo y del espacio.

Las Danzas Sagradas nacen de la necesidad del ser humano de identificarse con las energías creativas del Universo. De algún modo, se transforman en la posibilidad de vivir y experimentar la energía de la Unidad a través del círculo.

La experiencia del círculo nos permite trascender la fragmentación cuerpo-mente-emociones-espíritu para llegar a la comprensión y percepción de uno mismo como una integridad y de uno mismo vinculado con otros, formando un todo mayor dentro de otro Todo aún mayor –el Universo-.

A través de la danza canalizamos nuestras fuerzas creativas y expresivas, nos comunicamos, reflejamos nuestra identidad individual y, al formar parte de un grupo, nos integramos en

una identidad compartida.

En los años 60, Bernard Wosien –bailarín, coreógrafo, maestro de la danza, arista plástico- tomó la iniciativa de recopilar danzas folklóricas y étnicas de culturas del hemisferio norte y en 1976 –invitado por la Fundación Findhorn de Escocia- presentó allí resultados de su investigación, dando nacimiento a las Danzas Circulares Sagradas.

¿Qué son las danzas circulares?

Son danzas en ronda representativas de múltiples culturas que nos permiten alcanzar una conexión más profunda con lo simbólico, lo esencial y con el espíritu de las culturas que ellas representan. Incluyen danzas tradicionales y coreografías contemporáneas que -en general- procuran respetar las identidades originarias, representativas de las diferentes etnias o grupos culturales.

Se transmiten con la experiencia directa, pues difícilmente se llegan a conocer, comprender e interpretar sólo con la lectura de sus coreografías. Es necesario pasarlas por el cuerpo, por el alma y el corazón. Es imprescindible sentirlas en toda su magnitud, vibrar con las energías que emergen de sus movimientos y melodías y vivenciar la esencia de su propia identidad cultural.

Las Danzas Circulares del Mundo son accesibles a cualquier persona más allá de edad, género y origen cultural, racial y religioso. Se aprenden simplemente danzando y así, se han transmitido de generación en generación.

Las Danzas Circulares facilitan la mirada interna, la presencia en “el aquí y ahora”, favoreciendo “la reorganización de la unidad cuerpo-mente-emociones-espíritu". Permiten desarrollar un protagonismo saludable que implica generar en cada uno actitudes responsables, de cuidado de uno mismo y de los demás, conscientes de ser partes integrantes de un todo mayor.

Las Danzas Circulares del Mundo nos hacen viajar a lo largo de la historia de los pueblos y nos vinculan con sus sellos particulares, con el alma de sus culturas, su colorido, sus múltiples formas de expresar sentimientos y modos de ver la vida. Lo maravilloso de esta experiencia es que logramos una comunión que trasciende las palabras, los idiomas y nos permite reconocernos en los otros y comprender nuestra identidad de humanidad, que nos hermana más allá de las diferencias de cualquier tipo.

LA COCINA DE LA VIDA

Cocinar es un acto de amor!!! Cuando cocinamos nos transformamos en alquimistas de sabores, aromas, colores y formas. En la cocina, inciamos un diálogo silencioso con todos los ingredientes que elegimos usar y si abrimos nuestros canales de percepción, descubriremos que cada uno de ellos nos brinda una dosis de sabiduría para que ella se transforme en componente indispensable de la comida nuestra de cada día. ¿Para qué cocinamos? Cocinamos para alimentar el cuerpo; pero cuando cocinamos también se expresa la voz del alma y el espíritu de la vida despliega su presencia en cada ingrediente. Los procesos de alquimia en la cocina son un puente hacia nuestra espiritualidad creativa y este acto de transmutación nos conecta con la esencia que impregna todo lo tangible y lo intangible. Así, transformamos la materia (frutas, legumbres, semillas, verduras, cereales...) en energía vital. Experimentemos en la Cocina de la Vida!!! Preparemos el lugar, cuidemos la limpieza y el orden hasta en los detalles más chiquitos. Creemos un ambiente agradable, y, como si no existiera el reloj, vayamos ¡manos a la obra! Nuestra presencia en el aquí y ahora es importante, pues nuestra energía estará allí, en lo que cocinemos. Elijamos los ingredientes uno por uno; iniciemos con ellos un diálogo de viej@s amig@s!!! y lograremos combinarlos adecuadamente para la ocasión. Honremos la vida cuidando nuestra actitud en la cocina; recordemos ser "amor en acción" y recordemos también, que al cocinar somos co-creadores responsables de salud. Por lo tanto ATENCIÓN!!! Abstenerse cuando el enojo o el malhumor dan vueltas adentro nuestro! esto también se transformará en un ingrediente más de la comida que cocinemos, comamos y coman otros invitados. ¿Cómo elegimos los ingredientes? ¿Qué tenemos en cuenta en la elección? Colores, Aromas, Sabores, el "Clima" (temperatura, humedad...), el tipo de actividad...Tener en cuenta la presencia de los 5 sabores, los 5 aromas, las 5 energías, la diversidad de colores en armonía, nuestro estado energético y anímico, nuestro entorno climático/geográfico y nuestra actividad del día nos indica un vínculo óptimo entre nuestra comida, nosotros y la vida.         ver más : http://www.revistaea.org/

La experiencia personal de la salud

Nuestro cuerpo echa raíces en la tierra y nuestra conciencia nos eleva hacia los mundos sutiles; las experiencias van creando puentes entre la Tierra y el Cielo; entre el caos y el cosmos, en nuestro camino hacia el re-encuentro con nuestro Ser esencial. La salud es una experiencia personal, una elección de vida, un compromiso que asumimos al nacer,es nuestra responsabilidad. Es el equilibrio entre todas las energías que nos transitan y nos habitan;que nos vinculan hacia adentro y hacia afuera. La salud también se relaciona con la salud de nuestro planeta; ambas sostienen una sintonía íntima que a veces, nos pasa desapercibida. En nuestra tradición occidental - esencialmente racionalista- habitualmente consideramos indiscutible todo lo que nos dice el intelecto; nuestra mente siempre quiere tener la razón; es parte de su propia naturaleza. Vivimos ocupados con lo que ocurre a nuestro alrededor, afuera de nosotros y lo hacemos parte de nuestra propia vida. Nuestro mundo de la acción es el mundo exterior al que permanentemente queremos modificar, sobre todo para que no nos dañe. Creemos que las soluciones llegan siempre desde afuera. Generalmente desconocemos la importancia de la información intuitiva y generamos archivos enormes de datos científicos que vamos almacenando hasta compulsivamente y sin darnos cuenta que van restringiendo los espacios libres de la mente dificultando el acceso rápido a la información guardada (como ocurre con la memoria llena de una computadora). La salud es una experiencia personal. Vivirla plena y conscientemente es fundamental; nos ayudará a comprender los procesos de salud-enfermedad, a vivirlos desde sus profundidades y sosteniendo –de la mejor manera posible- el equilibrio de fuerzas entre cuerpo-emociones-pensamientos-espíritu. Necesitamos ir hacia adentro, observarnos conscientemente despojados de filtros subjetivos y culturales. Los síntomas aparecen para guiarnos, no para maltratarnos.Tampoco son ogros o pequeños monstruos que pretendan asustarnos. Necesitamos valor para mirarlos de frente y de perfil, del derecho y del revés y girar alrededor de todas sus facetas. Necesitamos asumir una actitud personal, coherente y responsable frente a ellos y estar absolutamente decididos a descubrir la verdad. Es difícil aceptar aquello que no podemos probar con los cinco sentidos y corroborar a través de la razón; pero tampoco podemos negar lo que es evidente cuando ocurre más allá de la lógica y del pensamiento científico. Los síntomas no desaparecen sólo con la ayuda externa; tenemos que explorarlos conscientemente, preguntarnos más allá de lo que vemos o sentimos, actuar con decisión y hacernos cargo de ellos. Permanecerán latentes y despertarán nuevamente su agresividad en la primera oportunidad en que estemos “distraídos”. Cada síntoma nos trae un mensaje especial; aparece para llamar nuestra atención sobre alguna actitud frente a la vida que necesitamos modificar; nos está dando una oportunidad para mejorar y evolucionar; para reconocernos como criaturas llenas de luz. La salud es como un holograma; su imagen completa aparece al observar cada una de sus partes, que cuando las unimos, nos proporcionan una información más minuciosa y clara de la totalidad; se vuelve más nítida y -como una imagen- alcanza mayor definición. En un holograma, cada una de las partes contiene la información del todo; en la salud, cada síntoma es una parte del holograma. La salud es una experiencia dentro de un marco de convivencia con otros seres, parte de un ecosistema, en un planeta llamado Tierra que es a su vez, parte de un todo mayor -nuestro sistema solar- influido por otros universos y por factores naturales, telúricos y cósmicos. La experiencia física nos permite conmovernos, darnos cuenta que estamos vivos; es personal y a la vez, podemos compartirla con otros seres y aprender juntos. La experiencia personal de la salud es nuestra escuela de vida y nuestro cuerpo, apenas una parte de la experiencia completa. Para comprender la inmaterialidad de la salud, cuyos patrones están más allá de los ojos, de las formas tangibles, de lo concreto, necesitamos trascender nuestra corporalidad expandiendo la conciencia. Somos en relación con los demás; existimos en los otros y nos reflejamos en ellos. Nuestras relaciones interpersonales, nuestros vínculos con el medio ambiente terrestre y cósmico, con los elementos de la naturaleza planetaria, los sonidos, los colores, las fragancias, con el mundo de las energías sutiles, los alimentos, la respiración... nos asisten en nuestro aprendizaje de la salud.